miércoles, 8 de abril de 2009

La mujer de la arena



Kobo Abe
La mujer de la arena
Editorial Siruela
1era edición, 2008
Traducción de Kazuya Sakai

Un profesor aficionado a la entomología explora la costa en busca de una nueva especie de escarabajo que coloque su nombre en los libros de ciencia. El personaje recorre la costa y registra la extrañeza del lugar, el silencio, las olas que rompen contra las rocas. Inmerso en la búsqueda de su insecto no se da cuenta que se acerca a una trampa, que el próximo paso lo puede conducir a una casa situada en una depresión del terreno, hogar de una mujer cuya única función es eliminar la arena sobrante que, día a día, se acumula en grandes cantidades y amenaza la supervivencia de una aldea de pescadores.
Kobo Abe (1922-1993), autor japonés, estudió medicina aunque su interés siempre estuvo centrado en la literatura. Después de una larga temporada en Manchuria, al término de la Segunda Guerra Mundial comenzó a escribir obras de teatro, novelas y cuentos. Con La mujer de la arena, novela que después fue llevada al cine, Kobo Abe refleja el absurdo, las trampas de la mente, la alienación, la vida humana vista como el mito griego de Sísifo, rey de Éfira, que fue obligado en el infierno a empujar una piedra enorme por una ladera empinada y, antes de que alcanzara la cima, la piedra se desplomaba para que Sísifo recomenzara el trabajo una y otra vez. La principal fuente de la novela es, evidentemente, la literatura de Kafka. Al igual que otros autores japoneses cercanos en el tiempo (Mishima, Kawabata, Tanizaki) Kobo Abe asimiló en su obra las influencias europeas y las vanguardias estéticas de la posguerra para mezclarlas con la profunda tradición japonesa.
En La mujer de la arena, además de la condición de aislamiento, refleja la impotencia de una lucha sorda contra un destino que lo ahoga lentamente. Kobo Abe utiliza a la arena como una metáfora del movimiento infinito e implacable. La arena impregna cada rincón de la casa, invade el cuerpo, forma dunas en los alimentos, carcome vigas de madera. El profesor, atrapado en la casa con la mujer, obligado por el hambre a cooperar con sus captores, registra varios estados mentales: el exasperante paso del tiempo, un paisaje monolítico que lo lleva a una sutil locura enmarcada por un erotismo de una violencia apenas contenida, violencia que contrasta con la pasividad de la mujer que acepta sin problemas su destino.
A diferencia de Yukio Mishima cuya obra exploraba los cambios sociales de Japón y reclamaba el regreso de una era antigua, la novela de Kobo Abe está más emparentada con la escuela sensualista de Kawabata que abjuraba del realismo para privilegiar los sentidos. Así, en La mujer de la arena el lenguaje está enfocado a la minuciosidad de los sentidos: el desgaste de la sed, el calor en el aire, el sol deslumbrante en los ojos, la humedad que no cede y que impregna todo el cuerpo. El tacto es el sentido que ordena el mundo, que es límite y barrera. La personalidad del maestro atrapado parece disgregarse conforme transcurre la novela, lentamente parece ser asimilado por los granos que lo rodean, que lo convierten en un insecto atrapado en una trampa en apariencia frágil, pero que se revela inexpugnable ante cualquier intento de fuga.
La mujer de la arena además del vacío existencial producto de una situación límite, encuentra en la arena la metáfora de la soledad, la incomunicación, la imagen de un hombre cautivo, rodeado por las paredes movedizas, registrando cómo el mundo se desdibuja mientras la arena es un manto uniforme que cubre sus pensamientos, que elimina de forma obsesiva sus recuerdos. En el exterior el mundo olvida al profesor atrapado. El sol avanza en la playa y se desgrana, lentamente, el tiempo.
Alejandro Badillo

1 comentario:

  1. Mi esimado se ve q es un excelente libro, ya entre también al portal de ciudad cultura, felicitación y buena vibra para el blog.

    atte:
    Giovanni

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